jueves, 7 de abril de 2011

Ponchador

Raúl de la Cruz

Dicen los analistas del comportamiento analítico que la peor agresión para los mecanismos de defensa de los seres humanos es la adulación.
Para eso no hay defensas cualquiera se derrumba.
Lo anterior viene a cuento por una serie de comentarios que hizo sobre mi persona Agapito Espinoza, fotógrafo del periódico El Occidental. Durante la conferencia que ofreció en el Paraninfo de la Universidad de Guadalajara, el senador Manlio Fabio Beltrones.
Me encontraba platicando con un grupo de periodistas, entre ellos Sergio Villa, Lolita la “Chivita”, Nancy Luna de W Radio, el propio Agapito.
El tema eran los reconocimientos de las instituciones gubernamentales, de empresas, promotoras a periodistas por su destacada labor en los medios. Mi postura la misma de todo el tiempo. No estoy de acuerdo. Insisto que el mejor reconocimiento viene de los escuchas, lectores y televidentes.
Les platicaba que me llena más de satisfacción, motivación y compromiso saber que algunos lectores recortan y guardan mis columnas que he publicado en algunos periodistas. Muchos de ellos ni siquiera los conozco. Le insistía que me llena de satisfacción, motivación, y sobre todo, compromiso, saber que muchos escuchas bajan los podscats de mis programas de radio, incluso del extranjero.
En un paréntesis de nuestra plática pregunté Agapito si había tomado la gráfica del espontáneo que apareció durante la conferencia del senador Beltrones. Claro y me salió bien chingona, me respondió, “y gracias a ti, si quiero decirles que gracias Rulas. Porque cuando estuve bajo tus ordenes tú fuiste quien me enseñó al arte de la toma de las fotografías”, se dirigió a los demás, “Raúl de la Cruz ha sido uno de mis mejores maestros, no solo de la chamba si no de la vida”.
Me descontroló emocionalmente porque no estoy acostumbrado a los halagos, menos a confesiones tan directas. Generalmente lo que recibo son reclamos e insultos.  
Me sentí desarmado por el buen Agapito y de inmediato cambié la plática.
Lolita estaba de acuerdo con los reconocimientos institucionales, Sergio Villa no tanto y Lucy solo asentaba la cabeza.
Reiteré mi posición argumentando que los “premios” institucionales, en primera instancia, no son sinceros porque vienen con la consigna de comprometer al premiado; y que además, son para fomentar amigazos y compadrazgos. La prueba de ellos en el mentado Salón de la Fama en Jalisco. Puros cuates.
Y aunque no le quiero dar tanta importancia, en la semana me habló telefónicamente el Galeno, Guillermo Sandoval, presidente de la Comisión de Box y Lucha de Guadalajara. Preguntó mi nombre completo. Ingenuo, pregunté para que y me respondió que me iba a dar un reconocimiento por mi veracidad periodística. Ni lo intentes, le dije. No soy de esos, jamás he aceptado ningún reconocimiento ni homenajes. Este no será la excepción.
Este miércoles cuando me enteré a quienes les habían dado esos “reconocimientos”. Me volví a reír. No me equivoqué.
Como voy aceptar reconocimiento de pseudopromotores, vivales y sinvergüenzas, como voy aceptar reconocimientos de una organización que usurpadora que usa el nombre de los periodistas para beneficio personal. Como voy alternar reconocimientos con improvisados, boxeadores mentirosos y abusivos. ¡Ni pénsarlo!




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